Ojos que no ven, corazón que no siente
- Veralunav
- 19 de nov. de 2018
- 4 min de leitura
¿Qué hace una persona cuando le duele el corazón? Pues, taparse los ojos, y la razón esta en el título de este post. Es un chiste un poco bobo que escuché por la radio, hace ya varios años. Y sí, era un chiste, pregunta capciosa o una pregunta para razonar. Sea cual fuera la intención (porque esta frase habla del amor), habría que detenerse un poco y analizar esa lógica. ¿Realmente no ver te aliviaría el corazón, serías feliz, cuál sería el color que verías si fueses ciego, que sería de nosotros si no vemos, del mundo, qué emociones nacerían si esto sucede? Me quedaría haciendo muchas preguntas, pues la Ceguera en general no siempre es utilizada para describir a un ciego. José Saramago (escritor portugués) nos habla en su libro "Ensayo sobre la ceguera" sobre nuestras deficiencias y oscuridades en nuestro día a día, y todo lo que descubriríamos si no vemos, todo lo que podríamos ver en nosotros mismos y en la humanidad, sin distracción alguna.
Todo empieza con un hombre que pierde la vista en plena vía pública, en su coche. Lo pierde también el médico que lo atiendió y sus pacientes, entre ellos una mujer bonita, un viejo y un niño. Luego, la esposa del primer hombre, y de pronto, toda la humanidad. Entre este grupo, fue importante el rol de la esposa del médico, que por amor se hizo pasar por ciega para que no lo separen del marido, a quien llevaban a un manicomio vacío, junto al resto de personajes para ponerlos en cuarentena. Pasado los días, aparecían más ciegos, en total 260. Desconocidos entre sí, tuvieron que convivir y acostumbrarse a este mundo, sin ojos, y dónde nacían muchos sentimientos y sensaciones, el miedo, la desconfianza, la tristeza, el hambre. Poco a poco, nació la organización, el orden, el instinto, la autosuficiencia, usaban los sentidos restantes para ubicarse, las manos, el olfato, el oído y el mejor gusto para la comida más mísera. Pero también nació la maldad, la "dictadura", el egoísmo. Hombres ciegos malvados se apoderaron de los alimentos, y para repartir a todos tenían que pagar con elementos de valor, lo que no duraría para siempre, entonces lo que luego pedirían era sexo, las mujeres tenían que ser víctimas y al mismo tiempo herramienta para poder sobrevivir, alimentarse y alimentar a niños y hombres. En todo este tiempo de crueldad, muchas personas murieron, y no solo algunas de las mujeres violadas por decenas, sino también personas muertas por hambre, por enfermedades, por pánico. Un mundo tan terrible y trágico que es decepcionante contar lo que en la vida real está pasando. La ceguera parecía una epidemia, contagios y caos por todos lados, pero hasta este punto, la esposa del médico veía, y claro, deseaba estar ciega para no ver toda esa desgracia. En ella nació un instinto quizás cavernícola pero también de defensa. En casi todo el libro, ella mira con una ligera obsesión unas tijeras que son de su propiedad, y creo que ya saben a dónde voy. Ella, sin saber de esto y a escondidas, se acercó al jefe de los malvados, que mientras violaba a una de las mujeres, le corto el cuello. Con esta hazaña, a los ciegos les nació ese instinto y quemaron a todos los malvados, de este modo pudieron escapar del horror, y del manicomio. Cualquiera diría ¨es el fin, todos felices¨, pues afuera estaba tal cual el manicomio, un desorden tremendo, y peor, sin comida. El grupo del principio se refugió en casa del medico y su esposa, teniendo quizá una mejor vida, después de todo lo que se vivió. Cómo es de esperarse, la ceguera se acabó y la emoción no fue tan grande, hubo miedo y claro, luego una felicidad tremenda, pero volver a ver era negro, la realidad es negra, es decir, una sombra que no deja ver lo que hay en nosotros, distracciones en el mundo que opaca lo que realmente importa. Pues bien, un punto importante aquí es mencionar que la ceguera de estas personas era blanca, como un mar de leche, como lo describe el escritor.
Este libro me mantuvo impactada por una semana, pero al terminar te quedas como dentro de ella, como en las calles o en el manicomio, perdida, sin tener la mínima idea de qué hacer, o cómo actuar si yo fuese la esposa del medico. Cabe resaltar que ella tuvo que ver a su marido ciego en la cama con la mujer bonita, mostrando ese lado estratégico y también perverso del ser humano. Dentro de todo, estaría ahí, sobreviviendo, pero escuchando lo que mi interior tenía por mostrar y que quizás no conozco aún, y ésto, solo porque hay necesidades y miedos. Nosotros podemos ver y somos muy privilegiados, podemos ver con un lente especial el interior y exterior de una persona, la alegría, el dolor, la tristeza, la angustia, el enojo, la belleza, el placer, el engaño, el sufrimiento. Quizás para eso no necesites ojos, pues la ceguera del que nos habla Saramago va más allá de los ojos, es una ceguera que ayuda en cierto modo a ver lo alucinante que es el se humano, un borrador que permitió centrarse en la humanidad y sus características, buenas y malas. Pongámonos a pensar un poco en quienes somos, como hacer yoga, una ligera meditación a todo lo que nos define, algunos buenos u otros malos, pues cada uno somos un universo de bondades, hechos, errores, malos y buenos pensamientos, amabilidad, cólera, impaciencia, amor. Podríamos llenar un mar con todos los colores existentes. Pero dentro de todo, podemos hacer de este el mejor mundo, no esperar a que nos pase lo peor para ver lo que seriamos capaces de hacer. Podemos hacer cosas increíbles, quizás insignificantes, como ahora que, como le dije a un amigo, "yo solo leo horóscopos y me leí un libro completo", pues siempre podemos cambiar.
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